CASIO no conoce a sus clientes

El pasado 29 de enero, la marca Casio anunció, por medio de sus redes sociales, que quería que las mujeres tuvieran una mejor experiencia al usar sus calculadoras; razón por la cual crearon una que se adaptara a sus entornos laborales mediante el diseño. 

El producto de esa promesa fue una calculadora rosada.

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Para sorpresa de nadie, las críticas no se hicieron esperar. La campaña fue un total fracaso y la marca tuvo que ofrecer disculpas por la falta de sensibilidad con temas de género.

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Las empresas no han aprendido aún que la innovación requiere primero de un ejercicio de empatía continuo, en el que el cliente - y no la ocurrencia - es el origen del proceso. Sólo a partir del entendimiento profundo de nuestros clientes será posible desarrollar productos y servicios que genuinamente les “hablen al oído”. En Revolución del Propósito siempre hablamos sobre cómo una organización incentiva la innovación a partir de un norte claro en su estrategia y una visión e ideología transparente sobre lo que son y representan. Esto seguido de un proceso que tenga los ojos puestos siempre en el beneficio real para el cliente, se convierte en la fórmula inigualable para el éxito de cualquier empresa, en cualquier industria. 


En un artículo anterior hablamos sobre otros ejemplos a nivel global y local donde empresas utilizan esta misma mala estrategia para venderle a las mujeres. En el caso de la marca BIC, decidieron lanzar un lapicero rosado para mujeres y continuan en la actualidad vendiendo ‘BiC for her’; lapiceros con colores pasteles. En Latinoamérica, en el 2015 el Banco de Costa Rica decidió lanzar una marca exclusiva para mujeres llamada ‘Banca Kristal’, donde todo era color rosa, menos su Propuesta de Valor. La estrategia no contaban soluciones de impacto para la vida de las mujeres. Para mayo de 2018 anunciaron el cierre de 5 sucursales y reubicación de sus servicios a sucursales regulares del BCR. 

El pecado de CASIO no fue vender calculadoras rosadas, sino confundir la ocurrencia con la empatía. Un error que le ha costado caro a muchas empresas.

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