Inteligencia emocional: la habilidad más valiosa
La inteligencia (IQ) es la habilidad para aprender -la cual permanece igual con el pasar de los años- mientras que la inteligencia emocional o cociente emocional (EQ) es la habilidad de comprender y controlar nuestras propias emociones, así como la habilidad de reconocer las emociones de los demás. Algunos la definen como el balance entre la parte racional y la parte emocional del cerebro. A diferencia de la inteligencia, la EQ es una habilidad flexible que se puede adquirir y mejorar con los años.
Daniel Goleman popularizó el concepto en los años noventa con su libro Emotional Intelligence, luego de que por muchos años se le diera una exclusiva y equivocada importancia al IQ (cociente intelectual).
La firma TalentSmart estudió la inteligencia emocional y otras 33 habilidades vitales para el desempeño laboral de todo trabajador y encontraron que la inteligencia emocional no solo es vaticinadora del rendimiento -explica el 58% del éxito en cualquier tipo de trabajo- sino que es la base para el desarrollo de otras habilidades necesarias para el desempeño. El estudio demostró que 90% de las personas con los mejores rendimientos en sus trabajos tienen altos niveles de inteligencia emocional, mientras que solamente 20% de los trabajadores con bajo desempeño tienen un alto EQ; esto significa que aunque no es necesario tener un alto nivel EQ para sobresalir en el ámbito laboral, las probabilidades de hacerlo si no se tiene esta habilidad blanda, son bajas.
No solamente hay conexión entre el EQ y el desempeño laboral; las ganancias y la inteligencia emocional tienen una relación directa. Se conoce que por cada punto de aumento en la EQ se agregan $1,300 a un salario anual, hallazgo que es válido en todas las industrias, niveles y regiones del mundo.
¿Cómo afecta la falta de inteligencia emocional?
La EQ, considerada últimamente por las empresas como la habilidad blanda más importante, determina cómo manejamos nuestros comportamientos, cómo actuamos frente a desafíos o cómo tomamos decisiones cuando las cosas no salen como deseamos.
Hay 4 ‘dominios’ en la inteligencia emocional, según Daniel Goleman; y anidados en esos dominios hay 12 competencias, que son capacidades que se pueden aprender para solidificar un desempeños sobresaliente en el trabajo
Autoconciencia
Autoconciencia emocional
Autogestión
Auto control emocional
Adaptabilidad
Orientación a objetivos
Actitud positiva
Conciencia social
Empatía
Conciencia organizacional
Manejo de relaciones
Influencia
Coaching y mentoría
Manejo de conflictos
Trabajo en equipo
Liderazgo inspiracional
La empresa Johnson & Johnson Consumer & Personal Care Group (JJC&PC Group) realizó un estudio a 358 de sus gerentes a nivel global para identificar las diferencias en competencias de liderazgo que distinguían aquellos con alto rendimiento y rendimiento promedio. Los resultados determinaron que los gerentes con alto rendimiento tenían una agilidad emocional sustancialmente más alta que los otros. Aquellos líderes que tenían un puntaje superior a 4.1 (en una escala de 5), fueron clasificados significativamente más alto que los demás en los 4 dominios de inteligencia emocional. Seis de las competencias de esos dominios fueron las más destacadas: autoconciencia emocional, orientación a objetivos, liderazgo inspiracional, influencia, conciencia organizacional y adaptabilidad.
Como respuesta a estos hallazgos, la empresa modificó el modelo de liderazgo. Se desarrollaron programas a nivel global para sensibilizar sobre las competencias emocionales, sociales y relacionales. Además se compartieron los resultados de los estudios con los colaboradores, y los miembros de la junta directiva junto con sus equipos ahora hacen evaluaciones periódicas y actividades de desarrollo de inteligencia emocional en la organización para mejorar las competencias emocionales de todos.
Lo positivo
La buena noticia es que las personas pueden trabajar para pulir su EQ y volverse emocionalmente ágiles. Esto requiere una comunicación efectiva entre el lado emocional y el lado racional del cerebro; cuando aprendemos nuevas habilidades, el cerebro crea gradualmente nuevas conexiones. Al trabajar en estas capacidades, se crean miles de millones de neuronas microscópicas que construyen ese puente entre ambos lados y convierten lo aprendido en hábitos.